JUGANDO EN EL BOSQUE
Hoy el bosque está de lo más animado.
Los conejos salen de sus madrigueras para saludar al nuevo día, los topos tímidamente van dejando su letargo y se disponen para empezar la jornada.
Hace rato que los cervatillos brincan por encima de los pequeños matorrales, tan libres como el viento que acaricia sus lomos.
Y poco a poco el bosque se va llenando de sus habitantes: gorriones, liebres, ardillas, caracoles, pájaros carpinteros, tejones, van apareciendo poco a poco y llenado de luz, música y color allá por donde aparecen.
Pero no solo hay animalitos en el bosque. En el bosque hay varias casitas donde viven algunas personas y niños, como Elena y Juan.
Elena y Juan son hermanos y son los hijos de Valeriano, el resinero.
Valeriano se encarga de recoger la resina que los árboles del bosque producen, y que más tarde servirá para fabricar barnices, pegamentos, perfumes o incienso.
Hoy es domingo y Elena y Juan no tienen que ir a la escuela, así que deciden ir a jugar con los animalitos, sus amigos del bosque.
Juegan, ríen, cantan, hacen un círculo muy grande donde todos saltan y juegan, y se ríen tanto y tan alto, que el sol, desde arriba y sin dejar de alumbrar, les mira con envidia y piensa: como me gustaría bajar a la tierra y jugar y reír con ellos. Yo aquí estoy tan solo.
Ellos disfrutan de mí, pero no saben ni siquiera que estoy aquí. Y con estos pensamientos en su mente, y ofuscado en ellos, decide poco a poco olvidarse de cuál es su misión y bajarse a la tierra a jugar con ellos.
De pronto, cuando ya estaba empezando a descender, oyó una voz que le decía: si bajas a la tierra, los rayos de tu sol serán tan fuertes que acabaran abrasando a los niños, a los animales y al bosque entero.
Fue tan fuerte el impacto de estas palabras, que se detuvo en seco, y empezó a subir poco a poco el pequeño tramo que había descendido, con un sentimiento mezcla de alegría y tristeza.
Alegría porque por fin entendía su verdadera misión, y tristeza, porque las consecuencias hubieran sido tremendas si se hubiera dejado llevar por sus pensamientos.
Y así, decidió y se dio cuenta de que era posible, disfrutar de las risas y los juegos de los niños y de los animales del bosque desde su lugar, sin dejar de cumplir su misión, así era feliz y hacía felices a los demás.
FIN Moralejas:
• Tu misión, por pequeña que te parezca, es importante para
• Tu misión, por pequeña que te parezca, es importante para
el mundo
• Si tú no haces lo que tienes que hacer, nadie lo hará por ti.
• Si tú no haces lo que tienes que hacer, nadie lo hará por ti.
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